martes, 29 de septiembre de 2020

Castellano, paraíso, Canto XXVIII

CANTO XXVIII


Luego que contra la vida presente


de los ruines mortales, me mostró


la verdad quien mi mente emparaísa,


cual la llama de un hacha en un espejo

ve quien con ella por detrás se alumbra,


antes de que la vea o la imagine,


y atrás se vuelve para ver si el vidrio


le dice la verdad, y ve que casa


con ella cual la música y su texto;


de igual forma recuerda mi memoria


que hice mirando a los hermosos ojos


donde hizo Amor su cuerda para herirme.


Y al volverme y al golpear los míos


lo que en aquellos cielos aparece,


cada vez que en sus giros se repara,


vi un punto que irradiaba tan aguda


luz, que la vista que enfocaba en ella


por tan grande agudeza se cerraba;


y la estrella que aquí menor parece,


luna parecería junto a ella,


si se pusieran una junto a otra.


Acaso tanto cuanto cerca vemos


de su halo la luz que lo desprende


cuando son más espesos sus vapores,


distante de ese punto un círculo ígneo


giraba tan veloz, que vencería


el curso que más raudo el mundo ciñe;


y aquél era por otro rodeado,


y de un tercero aquél, y éste de un cuarto,

de un quinto el cuarto, y por un sexto el quinto. 


El séptimo seguía tan extenso


sobre ellos, que de Juno el emisario


abarcarlo del todo no podría.


Y el octavo, y el nono; y cada uno


más lento se movía, cuanto estaba


en número del uno más distante;


y una más clara llama desprendía


el más cercano de la lumbre pura,


pues más, yo creo, de ella participa.


Al verme preocupado mi señora


y sorprendido, dijo: «De ese punto


depende el cielo y toda la natura.


Ve el círculo que está de él más cercano;

y sabrás que tan rápido se mueve


por el amor ardiente que le impulsa.»


«Si estuviera dispuesto -dije el mundo


con el orden que veo en estas ruedas,


satisfecho me habría lo que dices;


mas el mundo sensible nos enseña


que las vueltas son tanto más veloces,


cuanto del centro se hallan más lejanas.


Por lo cual, si debiera terminarse


mi desear en este templo angélico


que sólo amor y luz lo delimitan,


aún debiera escuchar cómo el ejemplo


y su copia no marchan de igual modo,


que en vano por mí mismo pienso en ello.»


«Si tus dedos no son para tal nudo


suficientes, no debes extrañarte,


¡tan difícil lo ha hecho el no intentarlo!»


Dijo así mi señora; y luego: «Atiende


si es que quieres saciarte, a lo que digo;

y sobre estas cuestiones sutiliza.


Las esferas corpóreas son más amplias


o estrechas según sea la virtud


que se difunde por todas sus partes.


Da una bondad mayor mayores bienes;


y a un bien mayor contiene un mayor cuerpo,


siendo sus partes igual de perfectas.


Así pues este círculo que arrastra


todo el otro universo, corresponde


con aquel que más ama y que más sabe:


y si aplicaras pues a la virtud


tus medidas, y no a las apariencias


de los seres que en círculo se muestran,


la proporción perfecta admirarías


de más con más, y de menor con menos,


cada cielo, con cada inteligencia


Como se queda espléndido y sereno


el aéreo hemisferio cuando sopla


Bóreas con su mejilla más suave,


y se disuelven y limpian las brumas


que le turbaban, y sonríe el cielo


con las bellezas todas de su corte;


así hice yo, después que mi señora


tan claro respondió, y como en el cielo


brilla una estrella supe la verdad.


Y cuando terminaron sus palabras,


no de otro modo el hierro centellea


candente, cual los círculos hicieron.


Su incendio cada chispa propagaba;


y tantas eran, que el número de ellas


más que el doblar del ajedrez subía.


Yo escuchaba hosanar de coro en coro


al punto fijo que los tiene ubi


y siempre los tendrá, en que siempre fueron.


Y aquella que las dudas de mi mente


sabía, dijo: «Los primeros círculos


te muestran Serafines y Querubes.


Tras sus vínculos siguen tan aprisa

por parecerse al punto cuanto puedan;

y tanto pueden cuanto están más altos.

Esos amores que en torno se encuentran,


llámanse Tronos del poder divino,


y acaba en ellos el primer ternario;


y deberás saber que todos gozan


cuando se profundiza su mirada


en la verdad que aquieta el intelecto.


De aquí se puede ver cómo se funda


la beatitud en el acto de ver,


no en el de amar, que detrás de aquél viene;


y del ver son los méritos medida,


que genera la gracia y buen deseo:


así es como sucede grado a grado.


El siguiente ternario que florece


en esta sempiterna primavera


que nocturno carnero no despoja,


perpetuamente «Hosanna» jubilea


en triple melodía, por los tres


órdenes de alegría en que se enterna.


En esa jerarquía hay otras diosas:


Dominaciones, y después Virtudes;


de Potestades es el tercer orden.


Luego en los dos penúltimos festejos


Principados y Arcángeles dan vueltas;


todo el último de ángeles dichosos.


Estos órdenes miran a lo alto,


y abajo tanto influyen, que hacia Dios


son arrastrados y de todo arrastran.


Y Dionisio con tanto deseo


a contemplar se dedicó estos órdenes


que como yo, los nombra y los distingue.


Pero de él se apartó luego Gregorio;


y en cuanto abrió los ojos en el cielo


de sí mismo por esto se reía.


Y si mostrado fue tanto secreto


por un mortal, no quiero que te admires:


porque se lo enseñó quien vio aquí arriba,


y otras muchas verdades de este mundo!»

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       Ramón Guimerá Lorente Beceite blog, Beseit Beseit en chapurriau yo parlo lo chapurriau  y lo escric Chapurriau al Wordpress Lo Decame...