CANTO XI
Por el extremo de un acantilado,
que en círculo formaban peñas rotas,
llegamos a un gentío aún más doliente;
y allí, por el exceso tan horrible
de la peste que sale del abismo,
al abrigo detrás nos colocamos
de un gran sepulcro, donde vi un escrito
«Aquí el papa Anastasio está encerrado
que Fotino apartó del buen camino.»
«Conviene que bajemos lentamente,
para que nuestro olfato se acostumbre
al triste aliento; y luego no moleste.»
Así el Maestro, y yo: «Compensación
díjele encuentra, pues que el tiempo en balde
no pase.» Y él: «Ya ves que en eso pienso.
Dentro, hijo mío, de estos pedregales
luego empezó a decir tres son los círculos
que van bajando, como los que has visto.
Todos llenos están de condenados,
mas porque luego baste que los mires,
oye cómo y por qué se les encierra:
Toda maldad, que el odio causa al cielo,
tiene por fin la injuria, y ese fin
o con fuerza o con fraude a otros contrista;
mas siendo el fraude un vicio sólo humano,
más lo odia Dios, por ello son al fondo
los fraudulentos aún más castigados.
De los violentos es el primer círculo;
mas como se hace fuerza a tres personas,
en tres recintos está dividido;
a Dios, y a sí, y al prójimo se puede
forzar; digo a ellos mismos y a sus cosas,
como ya claramente he de explicarte.
Muerte por fuerza y dolientes heridas
al prójimo se dan, y a sus haberes
ruinas, incendios y robos dañosos;
y así a homicidas y a los que mal hieren,
ladrones e incendiarios, atormenta
el recinto primero en varios grupos.
Puede el hombre tener violenta mano
contra él mismo y sus cosas; y es preciso
que en el segundo recinto lo purgue
el que se priva a sí de vuestro mundo,
juega y derrocha aquello que posee,
y llora allí donde debió alegrarse.
Puede hacer fuerza contra la deidad,
blasfemando, negándola en su alma,
despreciando el amor de la natura;
y el recinto menor lleva la marca
del signo de Cahors y de Sodoma,
y del que habla de Dios con menosprecio.
El fraude, que cualquier conciencia muerde,
se puede hacer a quien de uno se fía,
o a aquel que la confianza no ha mostrado.
Se diría que de esta forma matan
el vínculo de amor que hace natura;
y en el segundo círculo se esconden
hipocresía, adulación, quien hace
falsedad, latrocinio y simonía,
rufianes, barateros y otros tales.
De la otra forma aquel amor se olvida
de la naturaleza, y lo que crea,
de donde se genera la confianza;
y al Círculo menor, donde está el centro
del universo, donde asienta Dite,
el que traiciona por siempre es llevado.»
Y yo: «Maestro, muy clara procede
tu razón, y bastante bien distingue
este lugar y el pueblo que lo ocupa:
pero ahora dime: aquellos de la ciénaga,
que lleva el viento, y que azota la lluvia,
y que chocan con voces tan acerbas,
¿por qué no dentro de la ciudad roja
son castigados, si a Dios enojaron?
y si no, ¿por qué están en tal suplicio?»
Y entonces él: «¿Por qué se aleja tanto
dijo tu ingenio de lo que acostumbra?,
¿o es que tu mente mira hacia otra parte?
¿Ya no te acuerdas de aquellas palabras
que reflejan en tu ÉTICA las tres.
inclinaciones que no quiere el cielo,
incontinencia, malicia y la loca
bestialidad? ¿y cómo incontinencia
menos ofende y menos se castiga?
Y si miras atento esta sentencia,
y a la mente preguntas quién son esos
que allí fuera reciben su castigo,
comprenderás por qué de estos felones
están aparte, y a menos crudeza
la divina venganza les somete.»
«Oh sol que curas la vista turbada,
tú me contentas tanto resolviendo,
que no sólo el saber, dudar me gusta.
Un poco más atrás vuélvete ahora
díjele , allí donde que usura ofende
a Dios dijiste, y quítame el enredo.»
«A quien la entiende, la Filosofía
hace notar, no sólo en un pasaje
cómo natura su carrera toma
del divino intelecto y de su arte;
y si tu FÍSICA miras despacio,
encontrarás, sin mucho que lo busques,
que el arte vuestro a aquélla, cuanto pueda,
sigue como al maestro su discípulo,
tal que vuestro arte es como de Dios nieto.
Con estas dos premisas, si recuerdas
el principio del Génesis, debemos
ganarnos el sustento con trabajo.
Y al seguir el avaro otro camino,
por éste, a la natura y a sus frutos,
desprecia, y pone en lo otro su esperanza.
Mas sígueme, porque avanzar me place;
que Piscis ya remonta el horizonte
y todo el Carro yace sobre el Coro,
y el barranco a otro sitio se despeña.