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lunes, 31 de agosto de 2020

La Divina Comedia, castellano, Canto XVIII

CANTO XVIII


Hay un lugar llamado Malasbolsas


en el infierno, pétreo y ferrugiento,


igual que el muro que le ciñe entorno.


Justo en el medio del campo maligno


se abre un pozo bastante largo y hondo,


del cual a tiempo contaré las partes.


Es redondo el espacio que se forma


entre el pozo y el pie del duro abismo,


y en diez valles su fondo se divide.


Como donde, por guarda de los muros,


más y más fosos ciñen los castillos,


el sitio en donde estoy tiene el aspecto;


tal imagen los valles aquí tienen.


Y como del umbral de tales fuertes


a la orilla contraria hay puentecillos,


así del borde de la roca, escollos


conducen, dividiendo foso y márgenes,


hasta el pozo que les corta y les une.


En este sitio, ya de las espaldas


de Gerión nos bajamos; y el poeta


tomó a la izquierda, y yo me fui tras él.


A la derecha vi nuevos pesares,


nuevos castigos y verdugos nuevos,


que la bolsa primera abarrotaban.


Allí estaban desnudos los malvados;


una mitad iba dando la espalda,


otra de frente, con pasos más grandes;


tal como en Roma la gran muchedumbre,


del año jubilar, alli en el puente


precisa de cruzar en doble vía,


que por un lado todos van de cara


hacia el castillo y a San Pedro marchan;


y de otro lado marchan hacia el monte.


De aquí, de allí, sobre la oscura roca,


vi demonios cornudos con flagelos,


que azotaban cruelmente sus espaldas.


¡Ay, cómo hacían levantar las piernas

a los primeros golpes!, pues ninguno


el segundo esperaba ni el tercero.


Mientras andaba, en uno mi mirada


vino a caer; y al punto yo me dije:


«De haberle visto ya no estoy ayuno.»


Y así paré mi paso para verlo:


y mi guía conmigo se detuvo,


y consintió en que atrás retrocediera.


Y el condenado creía ocultarse

bajando el rostro; mas sirvió de poco,


pues yo le dije: «Oh tú que el rostro agachas, 


si los rasgos que llevas no son falsos,


Venedico eres tú Caccianemico;


mas ¿qué te trae a salsas tan picantes


Y repuso: «Lo digo de mal grado;


pero me fuerzan tus claras palabras,


que me hacen recordar el mundo antiguo.


Fui yo mismo quien a Ghisolabella


indujo a hacer el gusto del marqués,


como relaten la sucia noticia.


Y boloñés no lloró aquí tan sólo,


mas tan repleto está este sitio de ellos,


que ahora tantas lenguas no se escuchan


que digan "Sipa" entre Savena y Reno;


y si fe o testimonio de esto quieres,


trae a tu mente nuestro seno avaro.»


Hablando así le golpeó un demonio

con su zurriago, y dijo: « Lárgate


rufián, que aquí no hay hembras que se vendan.» 


Yo me reuní al momento con mi escolta;


luego, con pocos pasos, alcanzamos


un escollo saliente de la escarpa.


Con mucha ligereza lo subimos


y, vueltos a derecha por su dorso,


de aquel círculo eterno nos marchamos.


Cuando estuvimos ya donde se ahueca


debajo, por dar paso a los penados,


el guía dijo: « Espera, y haz que pongan


la vista en ti esos otros malnacidos,


a los que aún no les viste el semblante,


porque en nuestro sentido caminaban.»


Desde el puente mirábamos el grupo


que al otro lado hacia nosotros iba,


y que de igual manera azota el látigo.


Y sin yo preguntarle el buen Maestro


«Mira aquel que tan grande se aproxima,


que no le causa lágrimas el daño.


¡Qué soberano aspecto aún conserva!


Es Jasón, que por ánimo y astucia


dejó privada del carnero a Cólquida.


Éste pasó por la isla de Lemnos,


luego que osadas hembras despiadadas


muerte dieran a todos sus varones:


con tretas y palabras halagüeñas


a Isifile engañó, la muchachita


que antes había a todas engañado.


Allí la dejó encinta, abandonada;

tal culpa le condena a tal martirio;

también se hace venganza de Medea.


Con él están los que en tal modo engañan:


y del valle primero esto te baste


conocer, y de los que en él castiga.»


Nos hallábamos ya donde el sendero


con el margen segundo se entrecruza,


que a otro arco le sirve como apoyo.


Aquí escuchamos gentes que ocupaban


la otra bolsa y soplaban por el morro,


pegándose a sí mismas con las manos.


Las orillas estaban engrumadas


por el vapor que abajo se hace espeso,


y ofendía a la vista y al olfato.


Tan oscuro es el fondo, que no deja


ver nada si no subes hasta el dorso


del arco, en que la roca es más saliente.


Allí subimos; y de allá, en el foso


vi gente zambullida en el estiércol,


cual de humanas letrinas recogido.


Y mientras yo miraba hacia allá abajo,


vi una cabeza tan de mierda llena,


que no sabía si era laico o fraile.


Él me gritó: « ¿Por qué te satisface


mirarme más a mí que a otros tan sucios


Le dije yo: « Porque, si bien recuerdo,


con los cabellos secos ya te he visto,


y eres Alesio Interminei de Lucca:


por eso más que a todos te miraba.»


Y él dijo, golpeándose la chola:


«Aquí me han sumergido las lisonjas,


de las que nunca se cansó mi lengua


Luego de esto, mi guía: «Haz que penetre


dijo tu vista un poco más delante,


tal que tus ojos vean bien el rostro


de aquella sucia y desgreñada esclava,


que allí se rasca con uñas mierdosas,


y ahora se tumba y ahora en pie se pone:


es Thais, la prostituta, que repuso


a su amante, al decirle "¿Tengo prendas

bastantes para ti?": “aún más, excelsas”.


Y sea aquí saciada nuestra vista.»

miércoles, 19 de agosto de 2020

Inferno, Canto XVIII

CANTO XVIII

[Canto XVIII, ove si descrive come è fatto il luogo di Malebolge e tratta de' ruffiani e ingannatori e lusinghieri, ove dinomina in questa setta messer Venedico Caccianemico da Bologna e Giasone greco e Alessio de li Interminellida Lucca, e tratta come sono state loro pene.]

Luogo è in inferno detto Malebolge,

tutto di pietra di color ferrigno,

come la cerchia che dintorno il volge.

Nel dritto mezzo del campo maligno

vaneggia un pozzo assai largo e profondo,

di cui suo loco dicerò l'ordigno.

Quel cinghio che rimane adunque è tondo

tra 'l pozzo e 'l piè de l'alta ripa dura,

e ha distinto in dieci valli il fondo.

Quale, dove per guardia de le mura

più e più fossi cingon li castelli,

la parte dove son rende figura,

tale imagine quivi facean quelli;

e come a tai fortezze da' lor sogli

a la ripa di fuor son ponticelli,

così da imo de la roccia scogli

movien che ricidien li argini e ' fossi

infino al pozzo che i tronca e raccogli.

In questo luogo, de la schiena scossi

di Gerïon, trovammoci; e 'l poeta

tenne a sinistra, e io dietro mi mossi.

A la man destra vidi nova pieta,

novo tormento e novi frustatori,

di che la prima bolgia era repleta.

Nel fondo erano ignudi i peccatori;

dal mezzo in qua ci venien verso 'l volto,

di là con noi, ma con passi maggiori,

come i Roman per l'essercito molto,

l'anno del giubileo, su per lo ponte

hanno a passar la gente modo colto,

che da l'un lato tutti hanno la fronte

verso 'l castello e vanno a SantoPietro,

da l'altra sponda vanno verso 'l monte.

Di qua, di là, su per lo sasso tetro

vidi demon cornuti con gran ferze,

che li battien crudelmente di retro.

Ahi come facean lor levar le berze

a le prime percosse! già nessuno

le seconde aspettava né le terze.

Mentr' io andava, li occhi miei in uno

furo scontrati; e io sì tosto dissi:

«Già di veder costui non son digiuno».

Per ch'ïo a figurarlo i piedi affissi;

e 'l dolce duca meco si ristette,

e assentio ch'alquanto in dietro gissi.

E quel frustato celar si credette

bassando 'l viso; ma poco li valse,

ch'io dissi: «O tu che l'occhio a terra gette,

se le fazion che porti non son false,

Venedico se' tu Caccianemico.

Ma che ti mena a sì pungenti salse?».

Ed elli a me: «Mal volontier lo dico;

ma sforzami la tua chiara favella,

che mi fa sovvenir del mondo antico.

I' fui colui che la Ghisolabella

condussi a far la voglia del marchese,

come che suoni la sconcia novella.

E non pur io qui piango bolognese;

anzi n'è questo loco tanto pieno,

che tante lingue non son ora apprese

a dicer 'sipa' tra Sàvena e Reno;

e se di ciò vuoi fede o testimonio,

rècati a mente il nostro avaro seno».

Così parlando il percosse un demonio

de la sua scurïada, e disse: «Via, ruffian!

qui non son femmine da conio».

I' mi raggiunsi con la scorta mia;

poscia con pochi passi divenimmo

là 'v' uno scoglio de la ripa uscia.

Assai leggeramente quel salimmo;

e vòlti a destra su per la sua scheggia,

da quelle cerchie etterne ci partimmo.

Quando noi fummo là dov' el vaneggia

di sotto per dar passo a li sferzati,

lo duca disse: «Attienti, e fa che feggia

lo viso in te di quest' altri mal nati,

ai quali ancor non vedesti la faccia

però che son con noi insieme andati».

Del vecchio ponte guardavam la traccia

che venìa verso noi da l'altra banda,

e che la ferza similmente scaccia.

E 'l buon maestro, sanza mia dimanda,

mi disse: «Guarda quel grande che vene,

e per dolor non par lagrime spanda:

quanto aspetto reale ancor ritene!

Quelli è Iasón, che per cuore e per senno

li Colchi del monton privati féne.

Ello passò per l'isola di Lenno

poi che l'ardite femmine spietate

tutti li maschi loro a morte dienno.

Ivi con segni e con parole ornate

Isifile ingannò, la giovinetta

che prima avea tutte l'altre ingannate.

Lasciolla quivi, gravida, soletta;

tal colpa a tal martiro lui condanna;

e anche di Medea si fa vendetta.

Con lui sen va chi da tal parte inganna;

e questo basti de la prima valle

sapere e di color che 'n sé assanna».

Già eravam là 've lo stretto calle

con l'argine secondo s'incrocicchia,

e fa di quello ad un altr' arco spalle.

Quindi sentimmo gente che si nicchia

ne l'altra bolgia e che col muso scuffa,

e sé medesma con le palme picchia.

Le ripe eran grommate d'una muffa,

per l'alito di giù che vi s'appasta,

che con li occhi e col naso facea zuffa.

Lo fondo è cupo sì, che non ci basta

loco a veder sanza montare al dosso

de l'arco, ove lo scoglio più sovrasta.

Quivi venimmo; e quindi giù nel fosso

vidi gente attuffata in uno sterco

che da li uman privadi parea mosso.

E mentre ch'io là giù con l'occhio cerco,

vidi un col capo sì di merda lordo,

che non parëa s'era laico o cherco.

Quei mi sgridò: «Perché se' tu sì gordo

di riguardar più me che li altri brutti?».

E io a lui: «Perché, se ben ricordo,

già t'ho veduto coi capelli asciutti,

e se' Alessio Interminei da Lucca:

però t'adocchio più che li altri tutti».

Ed elli allor, battendosi la zucca:

«Qua giù m'hanno sommerso le lusinghe

ond' io non ebbi mai la lingua stucca».

Appresso ciò lo duca «Fa che pinghe»,

mi disse, «il viso un poco più avante,

sì che la faccia ben con l'occhio attinghe

di quella sozza e scapigliata fante

che là si graffia con l'unghie merdose,

e or s'accoscia e ora è in pie distante.

Taïde è, la puttana che rispuose

al drudo suo quando disse "Ho io grazie

grandi apo te?": "Anzi maravigliose!".

E quinci sian le nostre viste sazie».

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       Ramón Guimerá Lorente Beceite blog, Beseit Beseit en chapurriau yo parlo lo chapurriau  y lo escric Chapurriau al Wordpress Lo Decame...