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sábado, 5 de septiembre de 2020

Castellano, purgatorio, Canto XXV

CANTO XXV


Dilación no admitía la subida;


puesto que el sol había ya dejado


la noche al Escorpión, el día al Toro:


y así como hace aquél que no se para,


mas, como sea, sigue su camino,


por la necesidad aguijoneado,


así fuimos por el desfiladero,


subiendo la escalera uno tras otro,


pues su estrechez separa a los que suben.


Y como el cigoñino el ala extiende


por ganas de volar, y no se atreve


a abandonar el nido, y las repliega;


tal mis ganas ardientes y apagadas

de preguntar; haciendo al fin el gesto

que hacen aquellos que al hablar se aprestan. 


Por ello no dejó de andar aprisa,

sino dijo mi padre: «Suelta el arco


del decir, que hasta el hierro tienes tenso.»


Ya entonces confiado abrí la boca,


y dije: «Cómo puede adelgazarse


allí donde comer no es necesario.»


«Si recordaras cómo Meleagro


se extinguió al extinguirse el ascua aquella


me dijo de esto no te extrañarías;


y si pensaras cómo, si te mueves,


también tu imagen dentro del espejo,


claro verás lo que parece oscuro.


Mas para que el deseo se te aquiete,


aquí está Estacio; y yo le llamo y pido


que sea el curador de tus heridas.»


«Si la visión eterna le descubro


repuso Estacio , estando tú delante,


el no poder negarme me disculpe.»


Y después comenzó: «Si mis palabras,


hijo, en la mente guardas y recibes,


darán luz a aquel "cómo" que dijiste.


La sangre pura que no es absorbida


por las venas sedientas, y se queda


cual alimento que en la mesa sobra,


toma en el corazón a cualquier miembro


la virtud de dar forma, como aquella


que a hacerse aquellos vase por las venas.


Digerida, desciende, donde es bello


más callar que decir, y allí destila


en vaso natural sobre otra sangre.


Allí se mezclan una y otra juntas,


una a sufrir dispuesta, a hacer la otra,


pues que procede de un lugar perfecto;


y una vez que ha llegado, a obrar comienza


coagulando primero, y avivando


lo que hizo consistente su materia.


Alma ya hecha la virtud activa


cual de una planta, sólo diferente


que una en camino está y otra ha llegado,


sigue obrando después, se mueve y siente,

como un hongo marino; y organiza


esas potencias de las que es semilla.


Aquí se extiende, hijo, y se despliega


la virtud que salió del corazón


del generante, y forma da a los miembros.


Mas cómo el animal se vuelve hablante


no puedes ver aún, y uno más sabio


que tú, se equivocaba en este punto,


y así con su doctrina separaba


del alma la posible inteligencia,


por no encontrarle un órgano adecuado.


A la verdad que viene abre tu pecho;


y sabrás que, tan pronto se termina


de articularle al feto su cerebro,


complacido el Primer Motor se vuelve


a esa obra de arte, en la que inspira


nuevo espíritu, lleno de virtudes,


que lo que encuentra activo aquí reúne


en su sustancia, y hace un alma sola,


que vive y siente y a sí misma mira.


Y por que no te extrañen mis palabras


mira el calor del sol que se hace vino,


junto al humor que nace de las vidas.


Cuando más lino Laquesis no tiene,


se suelta de la carne, y virtualmente


lo divino y lo humano se lo lleva.


Ya enmudecidas sus otras potencias,


inteligencia, voluntad, memoria


en acto quedan mucho más agudas.


Sin detenerse, por sí misma cae


maravillosamente en una u otra orilla;


y de antemano sabe su camino.


En cuanto ese lugar la circunscribe,


la virtud formativa irradia en torno


del mismo modo que en los miembros vivos:


y como el aire, cuanto está muy húmedo,


por otro rayo que en él se refleja,


con diversos colores se engalana;


así el aire cercano se dispone,

y en esa misma forma que le imprime


virtualmente el alma allí parada;


Y después, a la llama semejante


que sigue al fuego al sitio donde vaya,


la nueva forma al espíritu sigue.


Y como aquí recibe su aparencia,


sombra se llama; y luego aquí organiza


cualquier sentido, incluso el de la vista.


Por esta causa hablamos y reímos;


y suspiros y lágrimas hacemos


que has podido sentir por la montaña.


Según que nos afligen los deseos


y los otros afectos, toma forma


la sombra, y es la causa que te admira.»


Y ya llegado al último tormento


habíamos, y vuelto a la derecha,


y estábamos atentos a otras cosas.


Aquí dispara el muro llamaradas,


y por el borde sopla un viento a lo alto


que las rechaza y las aleja de él;


y por esto debíamos andar


por el lado de afuera de uno en uno;


y yo temía el fuego o la caída.


«Por este sitio -guía iba diciendo-


a los ojos un freno hay que ponerles,


pues errar se podría por muy poco.


Summae Deus Clamentiae en el seno


del gran ardor oí cantar entonces,


que no menos ardor dio de volverme;


y vi almas caminando por las llamas;


así que a ellas miraba y a mis pasos,


repartiendo la vista por momentos.


Una vez que aquel himno terminaron


gritaron alto: «Virum no cognosco»;


y el himno repetían en voz baja.


Y al terminar gritaban: «En el bosque


Diana se quedó y arrojó a Elice


porque probó de Venus el veneno.»


Luego a cantar volvían; y de esposas

y de maridos castos proclamaban,


cual la virtud y el matrimonio imponen.


Y de esta forma creo que les baste


en todo el tiempo que el fuego les quema:


Con tal afán conviene y en tal forma


que la postrera herida cicatrice.

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       Ramón Guimerá Lorente Beceite blog, Beseit Beseit en chapurriau yo parlo lo chapurriau  y lo escric Chapurriau al Wordpress Lo Decame...