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martes, 29 de septiembre de 2020

Castellano, paraíso, Canto XXIX

CANTO XXIX


Cuando uno y otro hijo de Latona,


por debajo de Libra y del Carnero,


son límites los dos de un horizonte,


cuanto hay desde el momento de equilibrio


hasta que el uno u otro de aquel cinto,


cambiando de hemisferio, se desata,


tanto, la risa pintada en su rostro,


muda estuvo Beatriz mirando fijo


el punto que me había derrotado.


Dijo después: «Diré, sin que preguntes,


lo que quieres oír, porque lo he visto


donde convergen todo quando y ubi.


No por acrecentar sus propios bienes,


que es imposible, mas porque su luz


pudiese, en su esplendor decir "Subsisto",


allí en su eternidad, fuera de toda


comprensión y de tiempo, libremente,


se abrió en nuevos amores el eterno.


No es porque antes ocioso estuviera;


pues ni después ni antes precedió


el discurrir de Dios sobre estas aguas.


Forma y materia, ya puras o juntas,


salieron a existir sin fallo alguno,


como de arco tricorde tres saetas.


Y como en vidrio, en ámbar o en cristales


el rayo resplandece, de tal modo


que el llegar y el lucir es todo en uno,


de igual forma irradió el triforme efecto


de su Sir a su ser a un tiempo mismo


sin que hubiese ninguna diferencia.


Concreado fue el orden y dispuesto


a las sustancias; y del mundo cima


fueron aquellas hechas acto puro;


a la potencia pura puso abajo;


la potencia y el acto, en medio, atadas


tal nudo que jamás se desanuda.


Jerónimo escribió que muchos siglos


antes fueron los ángeles creados


de que el resto del mundo fuera hecho;


mas en muchos parajes que escribieron


los inspirados, se halla esta verdad;


y si bien juzgas te avendrás a ello;


y en parte la razón también lo prueba,


pues no admite motores que estuviesen


sin su perfecto estado mucho tiempo.


Ya sabes dónde y cuándo estos amores


y cómo fueron hechos: ya apagados


tres ardores ya están en tu deseo.


Hasta veinte, contando, no se llega


tan pronto, como parte de los ángeles


turbó el más bajo de los elementos.


La otra quedóse, y dio comienzo el arte


que puedes ver, y con tanto deleite,


que de sus giros nunca se ha apartado.


La ocasión de caer fue la maldita


soberbia de quien viste que oprimían


las pesadumbres todas de este mundo.


Esos que ves aquí fueron humildes,


admitiendo existir por la bondad


que a tanto conocer hizo capaces:


por lo que fue su vista acrecentada


por méritos y gracia iluminante,


y tienen voluntad constante y plena;


y no quiero que dudes, mas que sepas,


que recibir la gracia es meritorio


según como el afecto la recibe.


Por lo que a este colegio se refiere


ya comprendes bastante, si entendiste


lo que te dije, ya sin otra ayuda.


Mas como en las escuelas de la tierra


se enseña que la angélica natura


es tal que entiende, que recuerda y quiere,


aún te diré, para que pura sepas


la verdad, que allí abajo se confunde,


porque equivocan los significados.


Estas sustancias, desde que gozaron

de la cara de Dios, no apartan de ella

la mirada, a quien nada está escondido:


Así pues no interceptan su mirada


nuevos objetos, y no necesitan


recordar con conceptos divididos;


y así allá abajo, sin dormir, se sueña,


creyendo y no creyendo en lo que dicen;


pero éstos tienen más vergüenza y culpa.


Vais por distintas rutas los que abajo


filosofáis: pues que os empuja tanto


el afán de que os tengan como sabios.


Y aún esto es admitido aquí en lo alto


con un rigor menor que si se olvida


la sagrada escritura o se confunde.


No meditáis en cuánta sangre cuesta


sembrarla allá en el mundo, y cuánto agrada


el que con ella humilde se conforma.


Por la apariencia pruebas dan de ingenio


y de imaginación; y quien predica


dase a esto y se calla el Evangelio.


Que se volvió la luna, dice el uno,


en la pasión de Cristo, y se interpuso


para ocultar la luz del sol abajo;


y otro que por sí misma se escondió


la luz, y que en la India y en España


hubo eclipse lo mismo que en Judea.


No hay en Florencia tantos Lapi y Bindi


cuantas fábulas tales en un año,


aquí y allá en los púlpitos se gritan:


y así las ovejuelas, que no saben,


vuelven del prado pacidas de viento,


y que el daño no vean no es excusa.


No dijo a su primer convento Cristo:


"Id y patrañas predicad al mundo";


sino les dio cimientos de certeza;


y ésta sonó en sus bocas solamente,


de modo que luchando por la fe


del Evangelio escudo y lanza hicieron.


Y ahora con bufonadas y con trampas

se predica, y con tal que cause risa,

la capucha se hincha y más no pide.


Mas tal pájaro anida en el capuz,


que si lo viese el vulgo, allí vería


qué indulgencias tendrá confiando en ése:


que en la tierra acrecientan la estulticia,


de tal manera que, sin prueba alguna


de su certeza, corren tras de ellas.


Esto engorda al cebón de San Antonio,


y a otros muchos más cerdos todavía,


que pagan con monedas no acuñadas.


Mas como es larga ya la digresión,


vuelve los ojos a la recta vía,


y se abrevien el tiempo y el camino.


Esta naturaleza tanto aumenta


en número al subir, que no hay palabras


ni conceptos mortales que las sigan;


y si recuerdas lo que se revela


en Danïel, verás que en sus millares


y millares su número se esconde.


La luz primera que toda la alumbra,


de tantas formas ella en sí recibe,


cual son las llamas a las que se une.


Y así, al igual que al acto que concibe


sigue el afecto, de amor la dulzura


ardiente o tibio en ella es diferente.


Ve pues la excelsitud y la grandeza


del eterno poder, puesto que tantos


espejos hizo en que multiplicarse,


permaneciendo en sí uno como antes.

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       Ramón Guimerá Lorente Beceite blog, Beseit Beseit en chapurriau yo parlo lo chapurriau  y lo escric Chapurriau al Wordpress Lo Decame...