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domingo, 30 de agosto de 2020

La Divina Comedia, castellano, Canto XI

CANTO XI


Por el extremo de un acantilado,


que en círculo formaban peñas rotas,


llegamos a un gentío aún más doliente;


y allí, por el exceso tan horrible


de la peste que sale del abismo,


al abrigo detrás nos colocamos


de un gran sepulcro, donde vi un escrito


«Aquí el papa Anastasio está encerrado


que Fotino apartó del buen camino.»


«Conviene que bajemos lentamente,


para que nuestro olfato se acostumbre


al triste aliento; y luego no moleste.»


Así el Maestro, y yo: «Compensación


díjele encuentra, pues que el tiempo en balde

no pase.» Y él: «Ya ves que en eso pienso.


Dentro, hijo mío, de estos pedregales


luego empezó a decir tres son los círculos


que van bajando, como los que has visto.


Todos llenos están de condenados,


mas porque luego baste que los mires,


oye cómo y por qué se les encierra:


Toda maldad, que el odio causa al cielo,


tiene por fin la injuria, y ese fin


o con fuerza o con fraude a otros contrista;


mas siendo el fraude un vicio sólo humano,


más lo odia Dios, por ello son al fondo


los fraudulentos aún más castigados.


De los violentos es el primer círculo;


mas como se hace fuerza a tres personas,


en tres recintos está dividido;


a Dios, y a sí, y al prójimo se puede


forzar; digo a ellos mismos y a sus cosas,


como ya claramente he de explicarte.


Muerte por fuerza y dolientes heridas


al prójimo se dan, y a sus haberes


ruinas, incendios y robos dañosos;


y así a homicidas y a los que mal hieren,


ladrones e incendiarios, atormenta


el recinto primero en varios grupos.


Puede el hombre tener violenta mano


contra él mismo y sus cosas; y es preciso


que en el segundo recinto lo purgue


el que se priva a sí de vuestro mundo,


juega y derrocha aquello que posee,


y llora allí donde debió alegrarse.


Puede hacer fuerza contra la deidad,


blasfemando, negándola en su alma,


despreciando el amor de la natura;


y el recinto menor lleva la marca


del signo de Cahors y de Sodoma,


y del que habla de Dios con menosprecio.


El fraude, que cualquier conciencia muerde,

se puede hacer a quien de uno se fía,

o a aquel que la confianza no ha mostrado.


Se diría que de esta forma matan


el vínculo de amor que hace natura;


y en el segundo círculo se esconden


hipocresía, adulación, quien hace


falsedad, latrocinio y simonía,


rufianes, barateros y otros tales.


De la otra forma aquel amor se olvida


de la naturaleza, y lo que crea,


de donde se genera la confianza;


y al Círculo menor, donde está el centro


del universo, donde asienta Dite,


el que traiciona por siempre es llevado.»


Y yo: «Maestro, muy clara procede


tu razón, y bastante bien distingue


este lugar y el pueblo que lo ocupa:


pero ahora dime: aquellos de la ciénaga,


que lleva el viento, y que azota la lluvia,


y que chocan con voces tan acerbas,


¿por qué no dentro de la ciudad roja


son castigados, si a Dios enojaron?


y si no, ¿por qué están en tal suplicio?»


Y entonces él: «¿Por qué se aleja tanto


dijo tu ingenio de lo que acostumbra?,


¿o es que tu mente mira hacia otra parte?


¿Ya no te acuerdas de aquellas palabras


que reflejan en tu ÉTICA las tres.


inclinaciones que no quiere el cielo,


incontinencia, malicia y la loca


bestialidad? ¿y cómo incontinencia


menos ofende y menos se castiga?


Y si miras atento esta sentencia,


y a la mente preguntas quién son esos


que allí fuera reciben su castigo,


comprenderás por qué de estos felones


están aparte, y a menos crudeza


la divina venganza les somete.»


«Oh sol que curas la vista turbada,

tú me contentas tanto resolviendo,

que no sólo el saber, dudar me gusta.


Un poco más atrás vuélvete ahora


díjele , allí donde que usura ofende


a Dios dijiste, y quítame el enredo.»


«A quien la entiende, la Filosofía


hace notar, no sólo en un pasaje


cómo natura su carrera toma


del divino intelecto y de su arte;


y si tu FÍSICA miras despacio,


encontrarás, sin mucho que lo busques,


que el arte vuestro a aquélla, cuanto pueda,


sigue como al maestro su discípulo,


tal que vuestro arte es como de Dios nieto.


Con estas dos premisas, si recuerdas


el principio del Génesis, debemos


ganarnos el sustento con trabajo.


Y al seguir el avaro otro camino,


por éste, a la natura y a sus frutos,


desprecia, y pone en lo otro su esperanza.


Mas sígueme, porque avanzar me place;


que Piscis ya remonta el horizonte


y todo el Carro yace sobre el Coro,


y el barranco a otro sitio se despeña.

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       Ramón Guimerá Lorente Beceite blog, Beseit Beseit en chapurriau yo parlo lo chapurriau  y lo escric Chapurriau al Wordpress Lo Decame...