Mostrando entradas con la etiqueta Marte. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Marte. Mostrar todas las entradas

martes, 29 de septiembre de 2020

Castellano, paraíso, Canto XVI

CANTO XVI


Oh pequeña nobleza de la sangre,


que de ti se gloríen aquí abajo


las gentes donde es débil nuestro afecto,


nunca habrá de admirarme: porque donde


el apetito nuestro no se tuerce,


digo en el cielo, yo me glorié.


Eres un manto que pronto se acorta:


tal que, si no se agranda día a día,


el tiempo va en redor con las tijeras.


Con el «vos» que primero sufrió Roma,


y que sus descendientes no conservan,


comenzaron de nuevo mis palabras;


por lo cual Beatriz, que estaba aparte


la que tosió, al reírse parecía,


al primer fallo escrito de Ginebra.


Yo le dije: «Vos sois el padre mío;


vos infundís aliento a mis palabras;


vos me eleváis, y soy más que yo mismo.


Por tantos cauces llena la alegría


mi mente, y de sí misma se recrea


pues soportarlo puede sin fatiga.


Habladme pues, mi caro antecesor,


de los mayores vuestros y los años


que dejaron su huella en vuestra infancia;


decidme cómo era en aquel tiempo


el redil de san Juan, y quiénes eran


los dignos de los puestos elevados.»


Como se aviva cuando el viento sopla


el carbón encendido, así vi a aquella


luz brillar con mi hablar respetuoso;


y haciéndose más bella ante mis ojos,


así con voz más dulce y más suave,


mas no con este lenguaje moderno,


me dijo: «Desde el día en que fue dicho


"Ave", hasta el parto en que mi santa madre,


se vio libre de mí, que la gravaba,


a su León quinientas y cincuenta


y treinta veces este fuego vino


a inflamarse otra vez bajo sus plantas.


Mis mayores y yo nacimos donde


primero encuentra el último distrito


quien corre en vuestros juegos anuales.


De mis mayores basta escucha esto:


quiénes fueran y cuál su procedencia,


más conviene callar que declararlo.


Todos los que podían aquel tiempo


entre el Bautista y Marte llevar armas,


eran el quinto de los que hay ahora.


Mas la ciudadanía, ahora mezclada


de Campi, de Certaldo y de Fegghine,


pura se hallaba hasta en los artesanos.


¡Oh cuánto mejor fuera ser vecino


de esas gentes que digo, y a Galluzzo

y a Trespiano tener como confines,


que tener dentro y aguantar la peste


de ese ruin de Aguglión, y del de Signa,


de tan aguda vista para el fraude!


Si la gente que al mundo más corrompe


no hubiera sido madrastra del César,


mas cual benigna madre para el hijo,


quien es ya florentino y cambia y merca,


a Simifonte habría regresado,


donde pidiendo su abuelo vivía;


de los Conti sería aún Montemurlo;


los Cerchi habitarían en Acona,


los Buondelmonti acaso en Valdigrieve.


Siempre la confusión de las personas


principio fue del mal de las ciudades,


cual del vuestro el comer más de la cuenta;


y más deprisa cae si ciega el toro


que el cordero; y mejor que cinco espadas


y más corta una sola muchas veces.


Si piensas cómo Luni y Orbisaglia


han desaparecido, y cómo van


Sinagaglia y Chiusi tras de aquéllas,


oír cómo se pierden las estirpes


no te parecerá nuevo ni fuerte,


ya que también se acaban las ciudades.


Tienen su muerte todas vuestras cosas,


como vosotros; mas se oculta alguna


que dura mucho, y son cortas las vidas.


Y cual girando el ciclo de la luna


las playas sin cesar cubre y descubre,


así hace la Fortuna con Florencia:


por lo cual lo que diga de los grandes


florentinos no debe sorprenderte,


que ya su fama en el tiempo se esconde.


Yo vi a los Ughi y a los Catellini,


Filippi, Creci, Orrnanni y Alberichi,


ya en decadencia, ilustres ciudadanos;


y vi tan grandes como los antiguos,

con el de la Sanella, a aquel del Arca,


y a Soldanieri y Ardinghi y Bostichi.


junto a la puerta, que se carga ahora


de nueva felonía tan pesada


que hará que vuestra barca se hunda pronto, 


los Ravignani estban, de los cuales


descendió el conde Guido, y los que el nombre

del alto Bellinción después tomaron.


Los de la Pressa sabía ya cómo


gobernar, y tenía Galigaio


ya en su casa dorados pomo y funda.


Era ya grande la columna oscura,


Sachetti, Giuochi, Fifanti y Barucci,


Galli y a quien las pesas avergüenzan.


La cepa que dio vida a los Calfucci


era ya grande, y ya fueron llamados


los Sizzi y Arrigucci a las curules.


¡Cuán altos vi a los que ahora están deshechos


Así hacían los padres de esos que,


cuando queda vacante vuestra iglesia,


engordan acudiendo al consistorio.


Esa insolente estirpe que se endraga


tras los que huyen, y a quien muestra el diente

o la bolsa, se amansa cual cordero,


iba ascendiendo, mas de humilde origen;


y a Ubertino Donati no placía


que luego el suegro con ella le uniese.


Ya hasta el mercado había el Caponsacco


de Fiésole venido, y ciudadanos


eran ya buenos Guida e Infangato.


Diré una cosa cierta e increíble:


daba la entrada al recinto una puerta


que de los Pera su nombre tomaba.


Los que hoy ostentan esa bella insignia


del gran barón con cuya prez y nombre


la fiesta de Tomás se reconforta,


de él recibieron mando y privilegio;

aunque se ponga hoy junto a la plebe


quien la rodea con franja de oro.


Ya estaban Gualterotti e Importuni;


y aún estaría el Burgo más tranquilo,


ayuno de estas nuevas vecindades.


La casa en que naciera vuestro llanto,


por el justo rencor que os ha matado,


y puso fin a vuestra alegre vida,


era honrada, con todos sus secuaces:


¡Oh Buondelmonti, mal de aquellas bodas


huiste, y el consuelo nos quitaste!


Alegres muchos tristes estarían,


si al Ema Dios te hubiese concedido,


cuando llegaste allí por vez primera.


Mas convenía que en la piedra rota


que el puente guarda, hiciera un sacrificio


Florencia al terminarse ya su paz.


Con estas gentes, y otras con aquéllas,


vi yo a Florencia con tan gran sosiego,


que no había motivos para el llanto.


Con esas gentes yo vi glorioso


y justo al pueblo, tanto que su lirio


nunca al revés pusieron en el asta,


ni fue hecho rojo por las disensiones.»


viernes, 21 de agosto de 2020

Purgatorio, Canto XII

CANTO XII

[Canto XII, ove si tratta del secondo girone dove si sono intagliate certe imagini antiche de' superbi; e quivi si puniscono li superbi medesimi.]

Di pari, come buoi che vanno a giogo,

m'andava io con quell' anima carca,

fin che 'l sofferse il dolce pedagogo.

Ma quando disse: «Lascia lui e varca;

ché qui è buono con l'ali e coi remi,

quantunque può, ciascun pinger sua barca»;

dritto sì come andar vuolsi rife'mi

con la persona, avvegna che i pensieri

mi rimanessero e chinati e scemi.

Io m'era mosso, e seguia volontieri

del mio maestro i passi, e amendue

già mostravam com' eravam leggeri;

ed el mi disse: «Volgi li occhi in giùe:

buon ti sarà, per tranquillar la via,

veder lo letto de le piante tue».

Come, perché di lor memoria sia,

sovra i sepolti le tombe terragne

portan segnato quel ch'elli eran pria,

onde lì molte volte si ripiagne

per la puntura de la rimembranza,

che solo a' pïi dà de le calcagne;

sì vid' io lì, ma di miglior sembianza

secondo l'artificio, figurato

quanto per via di fuor del monte avanza.

Vedea colui che fu nobil creato

più ch'altra creatura, giù dal cielo

folgoreggiando scender, da l'un lato.

Vedëa Brïareo fitto dal telo

celestïal giacer, da l'altra parte,

grave a la terra per lo mortal gelo.

Vedea Timbreo, vedea Pallade e Marte,

armati ancora, intorno al padre loro,

mirar le membra d'i Giganti sparte.

Vedea Nembròt a piè del gran lavoro

quasi smarrito, e riguardar le genti

che 'n Sennaàr con lui superbi fuoro.

O Nïobè, con che occhi dolenti

vedea io te segnata in su la strada,

tra sette e sette tuoi figliuoli spenti!

O Saùl, come in su la propria spada

quivi parevi morto in Gelboè,

che poi non sentì pioggia né rugiada!

O folle Aragne, sì vedea io te

già mezza ragna, trista in su li stracci

de l'opera che mal per te si fé.

O Roboàm, già non par che minacci

quivi 'l tuo segno; ma pien di spavento

nel porta un carro, sanza ch'altri il cacci.

Mostrava ancor lo duro pavimento

come Almeon a sua madre fé caro

parer lo sventurato addornamento.

Mostrava come i figli si gittaro

sovra Sennacherìb dentro dal tempio,

e come, morto lui, quivi il lasciaro.

Mostrava la ruina e 'l crudo scempio

che fé Tamiri, quando disse a Ciro:

«Sangue sitisti, e io di sangue t'empio».

Mostrava come in rotta si fuggiro

li Assiri, poi che fu morto Oloferne,

e anche le reliquie del martiro.

Vedeva Troia in cenere e in caverne;

o Ilïón, come te basso e vile

mostrava il segno che lì si discerne!

Qual di pennel fu maestro o di stile

che ritraesse l'ombre e ' tratti ch'ivi

mirar farieno uno ingegno sottile?

Morti li morti e i vivi parean vivi:

non vide mei di me chi vide il vero,

quant' io calcai, fin che chinato givi.

Or superbite, e via col viso altero,

figliuoli d'Eva, e non chinate il volto

sì che veggiate il vostro mal sentero!

Più era già per noi del monte vòlto

e del cammin del sole assai più speso

che non stimava l'animo non sciolto,

quando colui che sempre innanzi atteso

andava, cominciò: «Drizza la testa;

non è più tempo di gir sì sospeso.

Vedi colà un angel che s'appresta

per venir verso noi; vedi che torna

dal servigio del dì l'ancella sesta.

Di reverenza il viso e li atti addorna,

sì che i diletti lo 'nvïarci in suso;

pensa che questo dì mai non raggiorna!».

Io era ben del suo ammonir uso

pur di non perder tempo, sì che 'n quella

materia non potea parlarmi chiuso.

A noi venìa la creatura bella,

biancovestito e ne la faccia quale

par tremolando mattutina stella.

Le braccia aperse, e indi aperse l'ale;

disse: «Venite: qui son presso i gradi,

e agevolemente omai si sale.

A questo invito vegnon molto radi:

o gente umana, per volar sù nata,

perché a poco vento così cadi?».

Menocci ove la roccia era tagliata;

quivi mi batté l'ali per la fronte;

poi mi promise sicura l'andata.

Come a man destra, per salire al monte

dove siede la chiesa che soggioga

la ben guidata sopra Rubaconte,

si rompe del montar l'ardita foga

per le scalee che si fero ad etade

ch'era sicuro il quaderno e la doga;

così s'allenta la ripa che cade

quivi ben ratta da l'altro girone;

ma quinci e quindi l'alta pietra rade.

Noi volgendo ivi le nostre persone,

'Beati pauperes spiritu!' voci

cantaron sì, che nol diria sermone.

Ahi quanto son diverse quelle foci

da l'infernali! ché quivi per canti

s'entra, e là giù per lamenti feroci.

Già montavam su per li scaglion santi,

ed esser mi parea troppo più lieve

che per lo pian non mi parea davanti.

Ond' io: «Maestro, dì, qual cosa greve

levata s'è da me, che nulla quasi

per me fatica, andando, si riceve?».

Rispuose: «Quando i P che son rimasi

ancor nel volto tuo presso che stinti,

saranno, com' è l'un, del tutto rasi,

fier li tuoi piè dal buon voler sì vinti,

che non pur non fatica sentiranno,

ma fia diletto loro esser sù pinti».

Allor fec' io come color che vanno

con cosa in capo non da lor saputa,

se non che ' cenni altrui sospecciar fanno;

per che la mano ad accertar s'aiuta,

e cerca e truova e quello officio adempie

che non si può fornir per la veduta;

e con le dita de la destra scempie

trovai pur sei le lettere che 'ncise

quel da le chiavi a me sovra le tempie:

a che guardando, il mio duca sorrise.

Portfolio

       Ramón Guimerá Lorente Beceite blog, Beseit Beseit en chapurriau yo parlo lo chapurriau  y lo escric Chapurriau al Wordpress Lo Decame...