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lunes, 31 de agosto de 2020

La Divina Comedia, castellano, Canto XXX

CANTO XXX


Cuando Juno por causa de Semele


odio tenía a la estirpe tebana,


como lo demostró en tantos momentos,


Atamante volvióse tan demente,


que, viendo a su mujer con los dos hijos


que en cada mano a uno conducía,


gritó: «¡Tendamos redes, y atrapemos


a la leona al pasar y a los leoncitos!»;


y luego con sus garras despiadadas.


agarró al que Learco se llamaba,


le volteó y le dio contra una piedra;


y ella se ahogó cargada con el otro.


Y cuando la fortuna echó por tierra


la soberbia de Troya tan altiva,


tal que el rey junto al reino fue abatido,


Hécuba triste, mísera y cautiva,


luego de ver a Polixena muerta,


y a Polidoro allí, junto a la orilla


del mar, pudo advertir con tanta pena,


desgarrada ladró tal como un perro;


tanto el dolor su mente trastornaba.


Mas ni de Tebas furias ni troyanas


se vieron nunca en nadie tan crueles,


ni a las bestias hiriendo, ni a los hombres,


cuanto en dos almas pálidas, desnudas,


que mordiendo corrían, vi, del modo


que el cerdo cuando deja la pocilga.


Una cogió a Capocchio, y en el nudo


del cuello le mordió, y al empujarle,


le hizo arañar el suelo con el vientre.


Y el aretino, que quedó temblando,


me dijo: « El loco aquel es Gianni Schichi,


que rabioso a los otros así ataca.»


«Oh le dije así el otro no te hinque


los dientes en la espalda, no te importe


el decirme quién es antes que escape.»


Y él me repuso: «El alma antigua es ésa

de la perversa Mirra, que del padre


lejos del recto amor, se hizo querida.


El pecar con aquél consiguió ésta


falsificándose en forma de otra,


igual que osó aquel otro que se marcha,


por ganarse a la reina de las yeguas,


falsificar en sí a Buoso Donati,


testando y dando norma al testamente.»


Y cuando ya se fueron los rabiosos,


sobre los cuales puse yo la vista,


la volví por mirar a otros malditos.


Vi a uno que un laúd parecería


si le hubieran cortado por las ingles


del sitio donde el hombre se bifurca.


La grave hidropesía, que deforma


los miembros con humores retenidos,


no casado la cara con el vientre,


le obliga a que los labios tenga abiertos,


tal como a causa de la sed el hético,


que uno al mentón, y el otro lleva arriba.


«Ah vosotros que andáis sin pena alguna,


y yo no sé por qué, en el mundo bajo


él nos dijo , mirad y estad atentos


a la miseria de maese Adamo:


mientras viví yo tuve cuanto quise,


y una gota de agua, ¡ay triste!, ansío.


Los arroyuelos que en las verdes lomas


de Casentino bajan hasta el Arno,


y hacen sus cauces fríos y apacibles,


siempre tengo delante, y no es en vano;


porque su imagen aún más me reseca


que el mal con que mi rostro se descarna.


La rígida justicia que me hiere


se sirve del lugar en que pequé


para que ponga en fuga más suspiros.


Está Romena allí, donde hice falsa


la aleación sigilada del Bautista,


por lo que el cuerpo quemado dejé.


Pero si viese aquí el ánima triste

de Guido o de Alejandro o de su hermano,


Fuente Branda, por verlos, no cambiase.


Una ya dentro está, si las rabiosas sombras

que van en torno no se engañan,

¿mas de qué sirve a mis miembros ligados? 


Si acaso fuese al menos tan ligero


que anduviese en un siglo una pulgada,


en el camino ya me habría puesto,


buscándole entre aquella gente infame,


aunque once millas abarque esta fosa,


y no menos de media de través.


Por aquellos me encuentro en tal familia:


pues me indujeron a acuñar florines


con tres quilates de oro solamente.»


Y yo dije: «¿Quién son los dos mezquinos


que humean, cual las manos en invierno,


apretados yaciendo a tu derecha?»


«Aquí los encontré, y no se han movido


me repuso al llover yo en este abismo


ni eternamente creo que se muevan.


Una es la falsa que acusó a José;


otro el falso Sinón, griego de Troya:


por una fiebre aguda tanto hieden.»


Y uno de aquéllos, lleno de fastidio


tal vez de ser nombrados con desprecio,


le dio en la dura panza con el puño.


Ésta sonó cual si fuese un tambor;


y maese Adamo le pegó en la cara


con su brazo que no era menos duro,


diciéndole: «Aunque no pueda moverme,


porque pesados son mis miembros, suelto


para tal menester tengo mi brazo.»


Y aquél le respondió: « Al encaminarte


al fuego, tan veloz no lo tuviste:


pero sí, y más, cuando falsificabas.»


Y el hidrópico dijo: «Eso es bien cierto;


mas tan veraz testimonio no diste


al requerirte la verdad en Troya.»


«Si yo hablé en falso, el cuño falseaste

dijo Sinón y aquí estoy por un yerro,


y tú por más que algún otro demonio.»


«Acuérdate, perjuro, del caballo


repuso aquel de la barriga hinchada ;


y que el mundo lo sepa y lo castigue.»


«Y te castigue a ti la sed que agrieta


dijo el griego la lengua, el agua inmunda


que al vientre le hace valla ante tus ojos.»


Y el monedero dilo: «Así se abra


la boca por tu mal, como acostumbra;


que si sed tengo y me hincha el humor,


te duele la cabeza y tienes fiebre;


y a lamer el espejo de Narciso,


te invitarían muy pocas palabras.»


Yo me estaba muy quieto para oírles


cuando el maestro dijo: «¡Vamos, mira!


no comprendo qué te hace tanta gracia.»


Al oír que me hablaba con enojo,


hacia él me volví con tal vergüenza,


que todavía gira en mi memoria.


Como ocurre a quien sueña su desgracia,


que soñando aún desea que sea un sueño,


tal como es, como si no lo fuese,


así yo estaba, sin poder hablar,


deseando escusarme, y escusábame


sin embargo, y no pensaba hacerlo.


«Falta mayor menor vergüenza lava


dijo el maestro , que ha sido la tuya;


así es que ya descarga tu tristeza.


Y piensa que estaré siempre a tu lado,


si es que otra vez te lleva la fortuna


donde haya gente en pleitos semejantes:


pues el querer oír eso es vil deseo.»

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       Ramón Guimerá Lorente Beceite blog, Beseit Beseit en chapurriau yo parlo lo chapurriau  y lo escric Chapurriau al Wordpress Lo Decame...