lunes, 28 de septiembre de 2020

Castellano, paraíso, canto XIII

CANTO XIII


Imagine quien quiera comprender


lo que yo vi y que la imagen retenga


mientras lo digo, como firme roca


quince estrellas que en zonas diferentes


el cielo encienden con tanta viveza


que cualquier densidad del aire vencen;


imagine aquel carro a quien el seno


basta de nuestro cielo noche y día


y al dar vuelta el timón no se nos marcha;


imagine la boca de aquel cuerno


que al extremo del eje se origina,


al que da vueltas la primera esfera,


haciéndose dos signos en el cielo,


como hiciera la hija del rey Minos


sintiendo el frío hielo de la muerte;


y uno poner sus rayos en el otro,


y dar vueltas los dos de tal manera


que uno fuera detrás y otro delante;


y tendrá casi sombra de la cierta


constelación y de la doble danza


que giraba en el punto en que me hallaba:


pues tan distante está de nuestros usos,


cuanto está del fluir del río Chiana


del cielo más veloz el movimiento.


Allí cantaron no a Pean ni a Baco,


a tres personas de naturaleza


divina, y una de ellas con la Humana.


Las vueltas y el cantar se terminaron;


y atentas nos miraron esas luces,


alegres de pasar a otro cuidado.


Rompió el silencio de concordes númenes


luego la luz que la admirable vida


del pobrecillo del Señor narrara,


dijo: «Cuando trillada está una paja,


cuando su grano ha sido ya guardado,


a trillar otra un dulce amor me invita.


Crees que en el pecho del que la costilla


se sacó para hacer la hermosa boca


y un paladar al mundo tan costoso,


y en aquel que, pasado por la lanza


antes y luego tanto satisfizo,


que venció la balanza de la culpa,


cuanto al género humano se permite


tener de luz, del todo fue infundido


por el Poder que hiciera a uno y a otro;


por eso miras a lo que antes dije,


cuando conté que no tuvo segundo


quien en la quinta luz está escondido.


Abre los ojos a lo que respondo,


y verás lo que crees y lo que digo


como el centro y el círculo en lo cierto.


Lo que no muere y lo que morirá


no es más que un resplandor de aquella idea


que hace nacer, amando, nuestro Sir;


que aquella viva luz que se desprende


del astro del que no se desaúna,


ni del amor que tres hace con ellos,


por su bondad su iluminar transmite,


como un espejo, a nueve subcriaturas,


conservándose en uno eternamente.


De aquí desciende a la última potencia


bajando de acto en acto, hasta tal punto,


que no hace más que contingencias breves;


y entiendo que son estas contingencias


las cosas engendradas, que produce


con simiente o sin ella el cielo móvil.


No es siempre igual la cera y quien la imprime;

y por ello allá abajo más o menos

se traslucen los signos ideales.


Por lo que ocurre que de un mismo árbol,


salgan frutos mejores o peores;


y nacéis con distinta inteligencia.


si perfecta la cera se encontrase,


e igual el cielo en su virtud suprema,


la luz del sello toda brillaría;


mas la natura siempre es imperfecta,

obrando de igual modo que el artista

que sabe el arte mas su mano tiembla.


Y si el ardiente amor la clara vista


del supremo poder dispone y sella,


toda la perfección aquí se adquiere.


Tal fue creada ya la tierra digna


de toda perfección animalesca;


y la Virgen preñada de este modo;


de tal forma yo apruebo lo que opinas,


pues la humana natura nunca fue


ni será como en esas dos personas.


Ahora si no siguiese mis razones,


"¿pues cómo aquél no tuvo par alguno?"


me dirían entonces tus palabras.


Mas porque veas claro lo confuso,


piensa quién era y la razón que tuvo,


al pedir cuando "pide" le dijeron.


No te he hablado de forma que aún ignores


que rey fue, y que pidió sabiduría


a fin de ser un rey capacitado;


no por saber el número en que fuesen


arriba los motores, si necesse


con contingentes hacen un necesse;


no si est dare primum motum esse,


o si de un semicírculo se hacen


triángulos que un recto no tuviesen.


Y así, si lo que dije y esto adviertes,


es real prudencia aquel saber sin par


donde la flecha de mi hablar clavaba;


y si al "surgió" la vista clara tiendes,


la verás sólo a reyes referida,


que muchos hay, y pocos son los buenos.


Con esta distinción oye mis dichos;


y así casan con eso que supones


de nuestro Gozo y del padre primero.


Plomo a tus pies te sea este consejo,


para que andes despacio, como el hombre


cansado, al sí y al no de lo que ignoras:


pues es de los idiotas el más torpe,

el que sin distinguir niega o afirma

en el uno o el otro de los casos;


puesto que encuentra que ocurre a menudo


que sea falsa la opinión ligera,


y la pasión ofusca el intelecto.


Más que en vano se aparta de la orilla,


porque no vuelve como se ha marchado,


el que sin redes la verdad buscase.


Y de esto son al mundo claras muestras


Parménides, Meliso, Briso, y muchos,


que caminaban sin saber adónde;


Y Arrio y Sabelio y todos esos necios,


que deforman, igual que las espadas,


la recta imagen de las Escrituras.


No se aventure el hombre demasiado


en juzgar, como aquel que aprecia el trigo


sembrado antes de que haya madurado;


que las zarzas he visto en el invierno


cuán ásperas, cuán rígidas mostrarse;


y engalanarse luego con las rosas;


y vi derecha ya y veloz la nave


correr el mar en todo su camino,


y perecer cuando llegaba a puerto.


No crean seor Martino y Doña Berta,


viendo robar a uno y dar a otro,


verlos igual en el juicio divino;


que uno puede caer y otro subir

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       Ramón Guimerá Lorente Beceite blog, Beseit Beseit en chapurriau yo parlo lo chapurriau  y lo escric Chapurriau al Wordpress Lo Decame...