martes, 29 de septiembre de 2020

Castellano, paraíso, Canto XVII

CANTO XVII


Como acudió a Climene, a consultarle


de aquello que escuchara en contra suya,


quien remiso hace al padre aún con el hijo;


tal me encontraba, y tal lo comprendían


Beatriz y aquella luz santa que antes


por causa mía se cambió de sitio.


Por lo cual mi señora «Expulsa el fuego


de tu deseo dijo y que éste salga


por tu imagen interna bien sellado:


no para acrecentar lo que sabemos


al decirlo: mas para acostumbrarte


a que hables de tu sed, y otros te ayuden».


«Cara planta que te alzas de tal modo que,

cual saben los hombres que no caben

dos ángulos obtusos en un triángulo,


igual sabes las cosas contingentes


antes de que sucedan, viendo el punto


en quien todos los tiempos son presentes;


mientras que junto a Virgilio subía


por la montaña que cura las almas,


o por el reino difunto bajando,


dichas me fueron respecto al futuro


palabras graves, y aunque yo me sienta


a los golpes de azar como el tetrágono;


mi deseo estaría satisfecho


sabiendo la fortuna que me aguarda:


pues la flecha prevista daña menos.»


Así le dije a aquella misma luz


que antes me había hablado; y como quiso


Beatriz, fue mi deseo confesado.


No con enigmas, donde se enviscaba


la gente loca, antes de que muriera


el Cordero que quita los pecados,


mas con palabras claras y preciso


latín, me respondió el amor paterno,


manifiesto y oculto en su sonrisa:


«Los hechos contingentes, que no salen


de los cuadernos de vuestra materia,


en la mirada eterna se dibujan;


Mas esto no los hace necesarios,


igual que la mirada que refleja


el barco al que se lleva la corriente.


De allí, lo mismo que viene al oído


el dulce son del órgano, me viene


hasta mi vista el tiempo que te aguarda.


Como se marchó Hipólito de Atenas


por la malvada y pérfida madrastra,


así tendrás que salir de Florencia.


Esto se quiere y esto ya se busca,


y pronto lo han de ver los que esto piensan


donde se vende a Cristo cada día.


Se atribuirá la culpa a los vencidos,

como se suele hacer; mas el castigo

testimonio será de la verdad.


Tú dejarás cualquier cosa que quieras


más fuertemente; y. esto es esa flecha


que antes dispara el arco del exilio.


Probarás cuán amargamente sabe


el pan ajeno y cuán duro es subir


y bajar las ajenas escaleras.


Y lo que más te pesará en los hombros,


será la ruin y necia compañía


con la que has de caer en ese valle;


que ingrata, impía y loca contra ti


ha de volverse; mas al poco tiempo


ella, no tú, tendrá las sienes rojas.


De su bestialidad dará la prueba


su proceder; y grato habrá de serte


haber hecho un partido de ti mismo.


El refugio primero que te albergue


será la cortesía del Lombardo


que en la escalera tiene el ave santa;


que te dará tan benigna acogida,


que de hacer y pedir, entre vosotros,


antes irá el que entre otros el postrero.


Con él verás a aquel que fue signado,


tanto, al nacer, por esta fuerte estrella,


que hará notables todas sus acciones.


En él nadie repara todavía


por su temprana edad, pues nueve años


sólo esta rueda gira en torno suya;


mas antes que el Gascón engañe a Enrique,


de su virtud veremos los fulgores,


despreciando la playa y las fatigas.


Y sus magnificencias tan famosas


serán entonces, que sus enemigos


no podrán evitar el referirlas.


Pon la esperanza en él y en sus mercedes;


por él será cambiada mucha gente,


mudando condición rico y mendigo;


y llevarás escrito sin decirlo


en tu memoria de él»; y dijo cosas

que no creyese aun quien las escuchara.


Dijo después: «La explicación es esto


de lo que te fue dicho; ve las trampas


que se esconden detrás de pocos años.


Mas no quiero que envidies a tu gente,


pues sabrás que tu vida se enfutura


más allá que el castigo de su infamia.»


Cuando al callar mostró que concluido


ya había el alma santa el entramado


de la tela en que yo puse la urdimbre,


yo comencé lo mismo que el que anhela,


en la duda, el consejo de personas


que ven y quieren rectamente y aman:


«Bien veo padre mío, cómo aguija


contra mí el el tiempo, para darme un golpe

tal, que es más grave a quien más se descuida; 


de previsión por ello debo armarme,


y si el lugar más amado me quitan,


yo no pierda los otros por mis versos.


Por el amargo mundo sempiterno,


y por el monte desde cuya altura


me elevaron los ojos de mi dama,


y en el cielo después, de fuego en fuego,


aprendí muchas cosas, que un agriado


sabor daría a muchos si las cuento;


mas si amo la verdad tímidamente,


temo perder mi fama entre esos hombres

que a nuestro tiempo han de llamar antiguo.» 


La luz donde reía mi tesoro,


que allí encontré, centelleó primero,


como al rayo de sol un áureo espejo;


después me replicó: «Sólo a una mente,


por la propia vergüenza o por la ajena


turbada, será brusco lo que digas.


No obstante, aparta toda la mentira


y pon de manifiesto lo que has visto;


y deja que se rasquen los sarnosos.


Porque si con tu voz causas molestia

al probarte, alimento nutritivo

dejará luego cuando lo digieran.


Este clamor tuyo hará como el viento,


que las más altas cumbres más golpea;


y esto no poco honor ha de traerte.


Por ello se han mostrado a ti en los cielos,


en el monte y el valle doloroso


sólo las almas de notoria fama,


pues fe no guarda el ánimo que escucha


ni observa los ejemplos que escondidas


o incógnitas tuvieran las raíces,


ni razones que no son evidentes.»

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       Ramón Guimerá Lorente Beceite blog, Beseit Beseit en chapurriau yo parlo lo chapurriau  y lo escric Chapurriau al Wordpress Lo Decame...